El Comandante General Picapiedras fue el mejor comandante militar que jamás haya existido; un gran estratega y táctico, y un modelo a seguir para todos los Generales de la alianza HIT. Picapiedras fue un visionario, que soñaba con conquistas que expandieran considerablemente el Imperio más allá del limite occidental de la galaxia.
Como sucede con todos los grandes comandantes, Picapiedras era un hombre con un gran carisma, que inspiraba una gran lealtad y devoción en sus subordinados. Insistía en compartir los mismos peligros y dificultades que sus hombres, y jamás evitó dirigir personalmente los ataques desde la primera línea de la batalla, sin preocuparse por su seguridad personal. Era despiadado en el cumplimiento de sus ambiciones, y poseía un magnetismo tal que sus subordinados compartían su implacable entusiasmo con conquistas, por duras que fueran las pruebas que debían soportar.
Picapiedras llegó a la cúspide de su carrera a principios del cuadragésimo primer milenio, en un tiempo en que el poder de OWNAGE estaba una vez más en ascenso. Las terribles heridas espirituales y físicas de las batallas nocturnas habían desaparecido, y una vez más Marte se había reconcialado con la Tierra, y el Culto de las Sondas volvía a ser una parte integral de los dominios del Emperador.
Picapiedras era el heredero del Universo8, y ya era General del Imperio a los veinte años. Su brillante liderazgo durante la supresión de la Rebelión DR, atrajo la atención hacia su figura de los Altos Dioses Hitenses, pues fué su arriesgado ataque a la fortaleza de Vanius el que puso fin a la guerra y permitió a las fuerzas de Picapiedras rescatar varios oficiales de alto rango, entre los que se encontraba Bulakov.
Picapiedras heredó el rango de Maestro del Espiritu Eterno, convirtiendose así en el hombre más joven que jamás haya ocupado ese puesto. Con el nuevo poder a su disposición, declaró que iba a reunir el mayor ejercito que el Imperio hubiera visto dede que el propio Emperador dirigió la Gran Cruzada contra los I.G. Y eso fué precisamente lo que hizo.
Con el Maestro conduciendo a sus hombres a un ritmo frenético, un mundo tras otro cayeron bajo el jugo de los HIT. Allí donde su avance encontraba alguna resistencia, Picapiedras acudía con toda su flota para aplastar implacablemente al enemigo. Bombardeaba ciudades, planetas, mundos..., hasta convertirlo en ruinas desde sus naves en oribita, u ordenaba el asesinato de toda la población que había osado oponerse a él.
Sin embargo, Picapiedras también sentía un profundo respeto por aquellos adversarios que se enfrentaban a él de forma inteligente y con honor. De hecho, en más de una ocasión el Maestro aceptó la rendición de un gobernante planetario, para inmediatamente ponerle al mando de un ejército para que luchara junto a él durante el resto de la campaña.
Era un hombre apasionado. Siempre que dirigía personalmente las tropas, contagiaba esta pasión a los soldados, que acudían a la batalla con gran vigor y determinación.
Sin embargo, los ejércitos de Picapiedras no podían seguir luchando eternamente. Todos sus hombres, desde el más humilde soldado hasta los generales, estaban mental y físicamente exhaustos. Y no solo eso, sino que el irrefrenable avance de Picapiedras había llevado a sus tropas hasta el borde de la galaxia, donde la distancia entre las estrellas es mucho mayor y la señal del sensor phalanx no es más que un simpre eco. Eran los Mundos del Mal, las Viejas Estrellas, los Reinos Fantasma que no habían sido pisados por la humildad en más de quince mil años.
Después de más de 1 año de constante y dura lucha, los hombres de Picapiedras simplemente eran incapaces de seguir adelante. En los limites del espacio humano se detuvieron ante la gran oscuridad que se extendía delante suyo. El espiritu del Maestro se había desvanecido. Su mayor ambición había sido frustrada por los mismo hombres que tanto le habían dado. Picapiedras ahogó sus penas en delicados licores y vinos, permaneciendo durante muchos días encerrado en sus habitaciones privadas a bordo de la nave insignia. Cuando salía de ellas no era más que para abroncar enérgicamente a sus comandantes, acusándoles de traición y sedición. Finalmente, con su cara congestionada por la agonía y con lágrimas en los ojos, Picapiedras ordenó a las flotas que regresaran al espacio Imperial. Leminitus, el último mundo que había conquistado, pasó a ser conocido como Ultima Pietra, la última conquista de Picapiedras.
En el viaje de regreso a casa, Picapiedras enfermó y murió. Los médicos y apotecarios dijeron que la causa había sido un virus mortal de las selvas de Jucha, pero los generales de Picapiedras sabían el verdadero motivo. Sin la gloria de nuevas y mayores conquistas, el Maestro simplemente había perdido la ilusión de vivir. Desde entonces y hasta nuestros días, cientos de personas pasan cada día por delante de su gran mausoleo en Hydra Cordatus, Picapiedras considerado el mayor héroe del Imperio, no solo por los numerosos mundos que puso bajo el gobierno de los HIT, sino por el ejemplo de sacrificio y determinación que representa. La gran obra épica del poeta Plutanius recoge los triunfos y tribulaciones de Picapiedras, y en Última Pietra y en los mundos que conquistó el Maestro es tradicional leer su "Era de Picapiedras" el día de la Ascensión del Emperador.
Aún así... las leyendas y los mitos cuentan que en realidad, aquel no era el Maestro, de hecho no se le asemejaba en nada. Y en toda la galaxia, todos dicen haber visto pasar un rayo de luz plateado, igual que cuando aparecía su flota en el sistema. Pero jamás nadie vivió para contarlo.
Como sucede con todos los grandes comandantes, Picapiedras era un hombre con un gran carisma, que inspiraba una gran lealtad y devoción en sus subordinados. Insistía en compartir los mismos peligros y dificultades que sus hombres, y jamás evitó dirigir personalmente los ataques desde la primera línea de la batalla, sin preocuparse por su seguridad personal. Era despiadado en el cumplimiento de sus ambiciones, y poseía un magnetismo tal que sus subordinados compartían su implacable entusiasmo con conquistas, por duras que fueran las pruebas que debían soportar.
Picapiedras llegó a la cúspide de su carrera a principios del cuadragésimo primer milenio, en un tiempo en que el poder de OWNAGE estaba una vez más en ascenso. Las terribles heridas espirituales y físicas de las batallas nocturnas habían desaparecido, y una vez más Marte se había reconcialado con la Tierra, y el Culto de las Sondas volvía a ser una parte integral de los dominios del Emperador.
Picapiedras era el heredero del Universo8, y ya era General del Imperio a los veinte años. Su brillante liderazgo durante la supresión de la Rebelión DR, atrajo la atención hacia su figura de los Altos Dioses Hitenses, pues fué su arriesgado ataque a la fortaleza de Vanius el que puso fin a la guerra y permitió a las fuerzas de Picapiedras rescatar varios oficiales de alto rango, entre los que se encontraba Bulakov.
Picapiedras heredó el rango de Maestro del Espiritu Eterno, convirtiendose así en el hombre más joven que jamás haya ocupado ese puesto. Con el nuevo poder a su disposición, declaró que iba a reunir el mayor ejercito que el Imperio hubiera visto dede que el propio Emperador dirigió la Gran Cruzada contra los I.G. Y eso fué precisamente lo que hizo.
Con el Maestro conduciendo a sus hombres a un ritmo frenético, un mundo tras otro cayeron bajo el jugo de los HIT. Allí donde su avance encontraba alguna resistencia, Picapiedras acudía con toda su flota para aplastar implacablemente al enemigo. Bombardeaba ciudades, planetas, mundos..., hasta convertirlo en ruinas desde sus naves en oribita, u ordenaba el asesinato de toda la población que había osado oponerse a él.
Sin embargo, Picapiedras también sentía un profundo respeto por aquellos adversarios que se enfrentaban a él de forma inteligente y con honor. De hecho, en más de una ocasión el Maestro aceptó la rendición de un gobernante planetario, para inmediatamente ponerle al mando de un ejército para que luchara junto a él durante el resto de la campaña.
Era un hombre apasionado. Siempre que dirigía personalmente las tropas, contagiaba esta pasión a los soldados, que acudían a la batalla con gran vigor y determinación.
Sin embargo, los ejércitos de Picapiedras no podían seguir luchando eternamente. Todos sus hombres, desde el más humilde soldado hasta los generales, estaban mental y físicamente exhaustos. Y no solo eso, sino que el irrefrenable avance de Picapiedras había llevado a sus tropas hasta el borde de la galaxia, donde la distancia entre las estrellas es mucho mayor y la señal del sensor phalanx no es más que un simpre eco. Eran los Mundos del Mal, las Viejas Estrellas, los Reinos Fantasma que no habían sido pisados por la humildad en más de quince mil años.
Después de más de 1 año de constante y dura lucha, los hombres de Picapiedras simplemente eran incapaces de seguir adelante. En los limites del espacio humano se detuvieron ante la gran oscuridad que se extendía delante suyo. El espiritu del Maestro se había desvanecido. Su mayor ambición había sido frustrada por los mismo hombres que tanto le habían dado. Picapiedras ahogó sus penas en delicados licores y vinos, permaneciendo durante muchos días encerrado en sus habitaciones privadas a bordo de la nave insignia. Cuando salía de ellas no era más que para abroncar enérgicamente a sus comandantes, acusándoles de traición y sedición. Finalmente, con su cara congestionada por la agonía y con lágrimas en los ojos, Picapiedras ordenó a las flotas que regresaran al espacio Imperial. Leminitus, el último mundo que había conquistado, pasó a ser conocido como Ultima Pietra, la última conquista de Picapiedras.
En el viaje de regreso a casa, Picapiedras enfermó y murió. Los médicos y apotecarios dijeron que la causa había sido un virus mortal de las selvas de Jucha, pero los generales de Picapiedras sabían el verdadero motivo. Sin la gloria de nuevas y mayores conquistas, el Maestro simplemente había perdido la ilusión de vivir. Desde entonces y hasta nuestros días, cientos de personas pasan cada día por delante de su gran mausoleo en Hydra Cordatus, Picapiedras considerado el mayor héroe del Imperio, no solo por los numerosos mundos que puso bajo el gobierno de los HIT, sino por el ejemplo de sacrificio y determinación que representa. La gran obra épica del poeta Plutanius recoge los triunfos y tribulaciones de Picapiedras, y en Última Pietra y en los mundos que conquistó el Maestro es tradicional leer su "Era de Picapiedras" el día de la Ascensión del Emperador.
Aún así... las leyendas y los mitos cuentan que en realidad, aquel no era el Maestro, de hecho no se le asemejaba en nada. Y en toda la galaxia, todos dicen haber visto pasar un rayo de luz plateado, igual que cuando aparecía su flota en el sistema. Pero jamás nadie vivió para contarlo.
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